Después de hace algún
tiempo todas mis metas han quedado reducidas a una: ser feliz. No es una
felicidad que está por llegar, es simplemente la felicidad que esconde cada
momento.
Mi día a día en Bélgica
está lleno de experiencias, novedades y gente interesante, pero al mismo tiempo
es una rutina desierta, hoy ocho mensajes para salir y mañana, cuando más
necesito un “café au lait” no hay nadie para compartirlo. Así es. Al principio
todo parecía oscuro y desconocido a pesar de llevar viviendo un año en esta
ciudad, a veces gris, y a veces blanca oscura ¿De nuevo volver a hacer amigos
efímeros que en julio ya no estarán? ¿Otra vez soportar un invierno tan gélido
para que el frío se adentre incluso en mi corazón?.
Desde hace un mes decidí
darle la vuelta a esta situación, y ver el lado positivo de cada situación:
Un día un niño te sonríe,
otro una persona desconocida de la que ni siquiera sabes el nombre te habla en
tu idioma mientras mantiene una amena conversación contigo, otro día corres
bajo la lluvia para coger el bus, y cuando crees que ya lo has perdido, el
chófer abre la puerta y con una sonrisa te deja entrar, otro recibes un mensaje
de una persona que no ves desde hace 7 años diciéndote que irá a verte la
próxima semana. Una persona que no conoces más que de tenerla en frente
trabajando se sienta contigo a comer. Un día unas personas con las que has
hablado 5 minutos te invitan a ir a tomar una cerveza. Una “loca” a la que ayudas con las pesadas
bolsas de la compra y no solo eso, la escuchas, y ves en su rostro una sonrisa
sincera e incluso de agradecimiento por estar escuchándola. Nadie debería de
pasar por eso.
¿Parecen tonterías? Os
aseguro que no lo es. Hoy por primera vez en este año me siento a escribir
porque las personas de mi generación hemos sufrido una pérdida. Hacía años que
no hablaba con ella, y sabía de su vida gracias a las redes sociales, pero aún
así me he estremecido al escuchar la noticia, y me he dado cuenta de las cosas
inútiles en la que nos paramos a pensar, cosas enormes, costosas y caras de
conseguir que quizá podamos conseguir con el tiempo, pero, ¿y si al final no
tenemos tiempo y nos pasamos una vida soñando y dedicándonos a nuestro sueño,
para no conseguirlo?,¿no es mejor empezar a construirse una meta pero fijarnos
cada día qué es lo que nos rodea? Sin repudiar a la persona que se sienta a tu
lado en el autobús, sin mirar raro a la persona que sonríe.
Yo he empezado a no esconderme,
a despertarme cada día, y a pesar de estar mu lejos de los que más quiero,
maquilarme, ponerme guapa y sonreir pensando que estoy aquí porque soy LIBRE,
porque nadie me ha obligado a hacer esto y no todo el mundo puede tener una
decisión propia.
Hoy se lo dedico a las niñas y en especial a ella.
M.